Encontré esta fotografía después de 37 años

Mons. Paulino Busca Maganto estuvo presente en la Beatificación de Don Álvaro; de paso, visitando a su madre, encontró esta hermosa fotografía en donde aparece dando la comunión al nuevo Beato. A partir de este hecho, hemos realizado una entrevista al Vicario Regional del Opus Dei en Ecuador.

¿Desde cuándo usted forma parte del Opus Dei y cómo descubrió su vocación?

Solicité la admisión en el Opus Dei el 2 de Febrero de 1962.
Descubrí mi vocación a por medio de un compañero de aula en 6º curso del
colegio de los hermanos de la Sagrada Familia, en Madrid.
¿En qué circunstancias conoció a Don Álvaro?

Conocí a don Álvaro en la sede central del Opus Dei, cuando me
trasladé a Roma a continuar mis estudios de Teología en el Seminario
Internacional de la Prelatura en Octubre de 1968. San Josemaría bajaba a
a vernos con alguna frecuencia; pero sabíamos con toda seguridad que
estaría con nosotros en dos fechas: el 19 de Febrero y el 11 de Marzo,
respectivamente santo y cumpleaños de don Álvaro, para que pudiésemos
tener ocasión de felicitarle. Esos días se volcaba especialmente con ese
hijo suyo. En vez de asistir a las clases, quería que saliéramos por la
mañana a hacer deporte o pasear por Roma. Recuerdo que jugando al fútbol
el 19 de Febrero de 1970 me rompí la clavícula. San Josemaría bajó un
rato largo para acompañarme, y a todos. Luego me decían, en broma, que
debería romperme algún hueso con más frecuencia... Años después recordé
a don Álvaro ese suceso; me respondió, con buen humor: "pues buen regalo
te hice ese día...".

Mons. Paulino Busca, el 9 de enero de 1989, a los pocos meses de su llegada a Ecuador, junto con otros fieles de la Prelatura, coloca la primera piedra del Centro de Estudios del Opus Dei en Quito.

Usted pudo trabajar de cerca con San Josemaría y el nuevo Beato, ¿cómo fue esa experiencia?

Trabajar cerca de San Josemaría no tuve mucha ocasión, pues esos
años teníamos un ritmo muy intenso de clases y estudio. Pero recuerdo
una anécdota: podían ser las Navidades de 1971 ó 1972; o quizá del 70.
Yo era entonces Secretario del Colegio Romano de la Santa Cruz. Habían
regalado a San Josemaría unas figuras de Nacimiento y quería que
enseguida preparáramos el nuevo Belén. Nos acompañaba esos días con
mucha frecuencia. Recuerdo que yo estaba sugiriendo muchas cosas; entre
otros motivos, también para llamar un poco la atención de San
Josemaría... En un momento determinado, me dijo: "hijo mío, ya está
bien; lo mejor es enemigo de lo bueno; a este paso vais a terminar el
Nacimiento para las próximas Navidades..."
. Con don Álvaro sí tuve
ocasión de trabajar más de cerca, sobre todo los doce años que fui
Rector de Cavabianca, la sede definitiva del Seminario Internacional de
la Prelatura.
¿Recuerda alguna característica particular de Don Álvaro en el trato personal con usted?

Recuerdo a don Álvaro como una persona de mucho calado humano y
espiritual. Tuve muchas oportunidades de tratar con él, por el trabajo
que me había encomendado. Todos los que teníamos ocasión de encontrarle
comprobamos algo que oí a San Josemaría en una ocasión; él no estaba
presente: "vuestro hermano Álvaro es extraordinario; a su lado, la Fe,
la Esperanza y la Caridad están en una constante ebullición"
. Junto a
esa actitud sobrenatural, destacaba su capacidad inmensa de trabajar y
hacer trabajar a los que tenía alrededor. Nos exigía mucho, pero siempre
con un gran afecto humano y amabilidad. Como decía alguien: don Álvaro
sabe querer, hacerse querer y dejarse querer.

Mons. Paulino en un viaje con universitarios ecuatorianos a Roma, con ocasión de la Beatificación de San Josemaría, en 1992.

Usted vino a Ecuador por sugerencia directa de Don Álvaro, ¿nos podría contar un poco de ese día?

Ciertamente, don Álvaro "tuvo la culpa" de que yo esté en este
lindo país. Yo llevaba en Roma veinte años. Una tarde de la tercera
decena del mes de Septiembre de 1988 me llamó. Al verle, casi
inmediatamente después de saludarle, me dijo: "hijo mío, llevas ya
muchos años en Roma. ¿Dónde querrías ir: a tu tierra o al Ecuador?"

Padre, mi tierra la conozco muy bien; estaría feliz de irme a Ecuador.
Piénsalo y ya me dirás. Al día siguiente volvió a llamarme. Pensé que
quería preguntarme qué había decidido. Nada más verme, me dijo:
"perdóname, hijo mío". Desconcertado, le dije: ¿por qué, Padre? "Porque
me comentó don Javier
(Echevarría, el actual Prelado del Opus Dei) que
ayer había estado muy brusco contigo al darte esa noticia; debía
habértelo dicho con mucha más delicadeza"
. Confuso, no supe qué decir. Y
añadió: "sólo quiero que sepas, pero no es disculpa, que estaba con un
dolor muy fuerte de riñones"
. Y al despedirme: "quiero que estés en
Quito para celebrar los sesenta años de la Fundación del Opus Dei"
. Así
era don Álvaro.
Hace un mes fue la beatificación de Don Álvaro, ¿qué significó para usted estar ahí?

Significó un gozo muy grande: ver llegar a los altares a una
persona a la que se ha conocido y tratado mucho, con la que se ha
convivido muy de cerca es algo difícil de describir. Todos estábamos
convencidos de la santidad de don Álvaro del Portillo, pero poder
participar en la ceremonia de su Beatificación... Al mismo tiempo, tuve
una convicción más profunda de que daré más cuenta a Dios por haber
convivido cerca de dos santos: no una responsabilidad de ser más santo,
sino más obligación de ser santo.

Mons. Paulino dando la Comunión a Don Álvaro, ahora nuevo Beato. Fotografía que encontró en la casa de su madre 37 años después de ser tomada.

¿Qué sintió al encontrar esta fotografía, donde usted aparece dando la comunión a un Beato?

Una persona querida me entregó esa foto hace muchos años. Debe
corresponder al Viernes Santo del año 1977. Ese día no se celebra Misa y
a mí me correspondió presidir los Oficios. Don Álvaro asistía desde el
presbiterio, y se acercó a recibir la Eucaristía. Entregué a mi madre la
fotografía y me olvidé. El mes pasado la descubrí en su casa y pedí a
una de mis hermanas que la escanease; la imprimí y, enmarcada con mucho
gusto, la tengo en mi despacho; si Dios quiere, me acompañará donde
vaya: es un recordatorio para pedirle que me haga bueno y fiel, como él,
al espíritu que nos transmitió San Josemaría.
¿Qué piensa que el nuevo Beato desea para Ecuador? ¿Está contento de estar en Ecuador?

Pienso que el nuevo Beato desea que en este país, que él tanto
quiso, sepamos servir a Dios, a la Iglesia y a las almas cada vez con
más dedicación, para llegar cada vez a más personas, colaborando, codo
con codo, con tanta gente buena que no es del Opus Dei, pero que aprecia
y estima el trabajo que se realiza en favor de las gentes de esta
tierra. Yo, personalmente, estoy muy contento de estar aquí aquí, y muy
agradecido al nuevo Beato haberme enviado a este país.

Despacho de trabajo de Mons. Paulino Busca en Quito. Muestra con cariño este hermoso recuerdo de Don Álvaro.