Una nueva casa, un parto perfecto y un colegio para mis hijos

Una familia mexicana relata varios favores que atribuyen a la intercesión del beato Álvaro del Portillo.

Quiero compartir los favores que el beato Álvaro del Portillo nos ha concedido para que la gente lo conozca y sepa que, de verdad, Dios nos escucha y nos ayuda por medio de su intercesión.

El primero sucedió en julio de 2016, cuando mi esposo y yo le pedimos que intercediera por nosotros para mandarnos a nuestro tercer hijo. Un mes después estaba embarazada. Yo le había dicho que si nos mandaba a otro varón le pondría su nombre en señal de agradecimiento y para que más gente lo pudiera conocer.

Fueron días de mucho estrés y preocupación, porque el señor que nos rentaba nuestro departamento había fallecido

El segundo favor nos lo hizo en octubre. Le pedimos que nos ayudara a encontrar otro lugar para vivir. Fueron días de mucho estrés y preocupación, porque el señor que nos rentaba nuestro departamento había fallecido, y su hijo —que estaba ahora a cargo— al parecer sufre algún tipo de problema psicológico que lo hace muy agresivo. Estábamos muy preocupados y comenzamos a buscar otro lugar donde vivir. Cuando le pedimos a don Álvaro que nos ayudara, en tan solo tres días ¡ya nos lo había conseguido!

Fue increíble, porque, además, le pedíamos un lugar que estuviera cerca de una iglesia para poder ir más fácilmente a misa, y también que tuviera un parque cerca para poder llevar a los niños a jugar. Y así fue, ¡nos consintió muchísimo!

Durante varias semanas rezamos mucho para que llegáramos al menos a la semana 37 y de preferencia hasta el día 23 de marzo

El tercer favor fue un detalle de cariño muy bonito. Cuando nos dimos cuenta de que el bebé nacería en marzo, comenzamos a pedirle que pudiera nacer en el aniversario de su muerte, el 23 de marzo. Ya cercana la fecha, estuvimos pidiéndole mucho para que el bebé no fuera prematuro, pues estaba comenzando a tener contracciones desde la semana 34 y el doctor me mandó reposo. Fueron varias semanas de estar pidiendo mucho para que llegáramos al menos a la semana 37 y de preferencia hasta el día 23 de marzo, que era hasta la semana 38 [...].

Así que, el día 23 de marzo por la mañana —que, por cierto, también es el mismo día del cumpleaños de mi suegra—, habíamos planeado llevarla a desayunar para festejarla por su cumpleaños. Mi esposo me sugirió que le hablara al doctor para preguntarle si me podría revisar, para saber si en todo caso podríamos programar una inducción para días posteriores y evitar que, por el crecimiento del bebé, tuviera que realizar una cesárea.

El doctor me revisó y nos dijo que qué bueno que habíamos ido porque ya debía ingresarme para el parto

Cuando hablé al consultorio, la secretaria me dijo que fuera de inmediato porque no había ninguna paciente aún, así que cambiamos de ruta y antes de ir a desayunar llegamos al consultorio. El doctor me revisó y nos dijo que qué bueno que habíamos ido porque ya debía ingresarme para el parto [...]. Esto nos dejó a todos impresionados, no solo por el detallazo de Dios y de don Álvaro de regalarnos lo que le habíamos pedido sobre el día del nacimiento de nuestro bebé sino también por el cuidado que tuvieron de nosotros para que todo saliera más que perfecto. Tuve un parto casi sin dolor —cosa que mi mamá me dijo que había pedido a Dios— y todos los tiempos se acomodaron para que tanto el bebé como yo estuviéramos sanos.

El cuarto favor sucedió hace unas semanas, cuando inesperadamente nos llamaron de un colegio que habíamos visitado el año anterior, para que fuéramos a una junta y viéramos qué opciones teníamos para que nuestros hijos pudieran ingresar. El año pasado no se pudieron acomodar las cosas y nuestros hijos estudiaron en otro lugar. Cuando íbamos de camino a la junta, recuerdo que le dije: “Don Álvaro, perdóname porque no te he hablado en algún tiempo, pero te encomiendo también esto, por favor, que se haga la voluntad de Dios y, si es posible, [haz] que nuestros hijos puedan estudiar aquí porque tú sabes que nos encantaría que tuvieran esta formación espiritual y pudieran estar rodeados de familias que desean lo mismo para sus hijos”. Nuevamente el cariño generoso de don Alvaro se hizo tangible pues todo se acomodó para que nuestros hijos puedan estudiar ahí.

No tenemos palabras para agradecer a Dios todos los detalles de amor que ha tenido con nosotros por medio de don Álvaro

No tenemos palabras para agradecer a Dios todos los detalles de amor que ha tenido con nosotros por medio de don Álvaro, sentimos la presencia de ambos tan cercana que es imposible no querer compartirlo y que la gente conozca que de verdad existen los santos, que de verdad Dios nos cuida todo el tiempo y vela por los hijos que pedimos su ayuda. Además nos queda claro que Dios no se deja ganar en generosidad: nosotros solo le dijimos “sí” a una vida más en nuestra familia y Él nos da el ciento por uno con cada uno de nuestros hijos.

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