Presentan la primera edición ecuatoriana de “FORJA”

“Forja”, el último libro de San Josemaría, publicado por primera vez, en forma póstuma, en 1987, ya tiene su primera edición ecuatoriana. El libro, publicado por la Corporación de Estudios y Publicaciones, fue presentado en Guayaquil el 20 de abril de este año.

La presentación tuvo lugar en el Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil y asistieron cerca de un millar de personas. En la testera presidió el acto el Vicario Regional de la Prelatura del Opus Dei en Ecuador, Monseñor Paulino Busca M. Junto con testimonios acerca del libro, a cargo del Ing. Ernesto Noboa V. y de la Sra. Cynthia Calero de Péndola, la presentación propiamente tal estuvo a cargo del Arzobispo de Guayaquil, Monseñor Antonio Arregui Y.

El Ing. Ernesto Noboa habló del influjo que han tenido en su vida algunos puntos del libro; en especial los del capítulo IX, que lleva por título “Labor”. Al respecto, manifestó que “debe hacerse una distinción fundamental entre la definición humana y sobrenatural de la palabra. Labor con ‘l’ minúscula es su dimensión humana, una realización de actividades sin un hilo conductor entre ellas, sin que exista necesariamente una motivación trascendente en el actuar (…). Labor con “L” mayúscula es algo muy distinto, mucho más profundo, y complementario: es la dimensión sobrenatural, la Labor que se ofrece a Dios a manera de oración (…) Labor que brinda a nuestro actuar la coherencia necesaria e imprescindible para mantener nuestra unidad de vida”.

La Sra. Cynthia Calero por su parte mencionó que “cada punto de ‘Forja’ lleva a reflexionar. Y, cosa curiosa, una nunca se cansa de leerlo. Siempre se encuentra algo nuevo para aplicar en la vida diaria. Hace poco, en el trabajo, me preguntaron que es lo que más me gusta y qué es lo que menos me gusta de las tareas domésticas. Recordé un pinto de Forja, el 49, que dice: ‘Cualquier trabajo, aun el más escondido, aun el más insignificante, ofrecido al Señor, ¡lleva la fuerza de la vida de Dios!’. Esta consideración me ha llevado, en efecto, a descubrir que cualquier trabajo es importante y por eso me sorprendí a mi misma respondiendo que me gustan todos los trabajos, porque todos me acercan a Dios cuando los hago con alegría”.

Por último, Monseñor Arregui reseñó el origen del libro en la vida de San Josemaría y agregó que “el prólogo del autor denota esa cercanía a las realidades del amor humano, que tantas veces le sirvieron para descubrir los modos del amor divino. Se fija en el recuerdo de aquella madre (¿tal vez la suya propia?) que llamaba a su hijo pequeño ‘su príncipe, su rey, su tesoro, su sol’. El autor roza un importante tema antropológico cuando señala que las entrañas del Padre tienen algo de maternal; y se dirige al lector diciéndole que vale más que un tesoro, más que el sol; porque vale toda la sangre de Jesucristo. Y –en una efusión generosa de su propia paternidad sacerdotal- pregunta: ‘¿Cómo no voy a tomar tu alma —oro puro— para meterla en forja, y trabajarla con el fuego y el martillo, hasta hacer de ese oro nativo una joya espléndida que ofrecer a mi Dios, a tu Dios?’. La metáfora de la forja sale muy expresiva. Habla del fuego, que es el del Espíritu Santo, el que enciende en los corazones de los fieles el fuego de su amor. Y habla de los golpes que han de caer sobre el hierro al rojo para que se convierta en acero templado: son los golpes de la vida, pero también los que propina el consejero espiritual cuando se enfrenta con la autocomplacencia y combate las metamorfosis de la hipocresía en el fondo de la conciencia”.